Murió una persona por psitacosis y hay un nene internado por lo mismo. La población vive una pesadilla de la que no puede escapar.

En 2019 se conoció que en Villarino habían adquirido un láser para intentar hacerle frente a la gran población de loros barranqueros. En aquel entonces, autoridades admitieron que eran los responsables de reiterados cortes de luz. La misión no dio el resultado esperado y ahora la situación de agravó en el casco urbano.

En Hilario Ascasubi, localidad del interior del partido, días atrás murió una persona por psitacosis, una enfermedad generada por una infección causada por una bacteria y transmitida por secreciones de las aves como los loros y las cotorras. A esto hay que sumarle que hay un menor internado por lo mismo.

Si situación es compleja, porque en esta época del año están migrando hacia esa región, y se están instando en la ciudad, conviven con la población. A raíz, de esto, ya empezó la campaña de espanto, de la que son parte varios vecinos. ¿En qué consiste? En hacer ruidos fuertes y utilizar luces para espantarlos.

Quien se refirió al tema fue la concejal de Unión por la Patria, María del Valle Otero, manifestó: “La cantidad de loros a la mañana es impresionante, y el sonido es aterrador. Por eso creemos que no hay que tirar la toalla. Es muy difícil, lo que tenemos que hacer es trasladar la población, erradicarlos no se puede”.

A continuación, en diálogo con La Brújula 24, agregó: “El loro es inteligente y tiene una rutina, sabemos que a la tarde empiezan a venir y se posan sobre los cables de alta tensión y luego se trasladan al casco urbano, al centro del pueblo, con todo el daño que ocasionan, la suciedad que desprenden y que se queda en nuestras plazas”.

“Es un animalito que se acostumbra a los estímulos, hemos tenido un láser que los espantaba en un principio, pero se acostumbraron y parecía que estaban en un boliche. Era como una película, estabas en el patio y pasaba el láser barriendo los loros. Después vinieron con una pistola láser y eso solucionó por un mes o dos. Las bombas de estruendo, que afectan a los perros y niños con autismo, también se acostumbran”, subrayó.

Ante esto, la necesidad de buscar otra solución. “Lo que queda es un ataque multimodal, nosotros tenemos la localidad rodeada de parques, entonces a la noche se van y nos rodean el pueblo… Nuestros niños no pueden ir a los parques porque quedan blancos con el excremento”.

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