Un hombre fue sentenciado en un juicio abreviado a la pena de 10 años de prisión por someter a la hija de su pareja.
Una mujer encontró el diario íntimo de su hija y leyó algunas frases que, si bien no lo refería de manera directa, le permitieron sospechar que podía estar siendo abusada por su pareja.
La nena, por entonces de 8 años, mencionaba en las páginas que su padrastro “coqueteaba” con ella.
Dijo que al interrogar a la pequeña ella le manifestó que “no era nada”, pero de inmediato arrancó la hoja.
Poco después la víctima comenzó a ser atendida por una psicóloga y un día, cuando regresaban de la iglesia a la que concurría la familia, se decidió a romper el silencio y le reveló a su mamá que el sujeto la manoseaba y le hacía observar pornografía.
Recién tres años después logró vencer el temor y le manifestó que quería denunciar lo ocurrido.
Y luego de casi una década llegó el juicio -abreviado- y la condena a su expadrastro, a 10 años de prisión.
El juez del Tribunal en lo Criminal Nº 1, Christian Alberto Yesari acaba de sentenciar al acusado, a quien no se identifica para preservar a la chica.
El magistrado lo encontró culpable de los delitos de “corrupción de menores agravada y abuso sexual gravemente ultrajante agravado, por el aprovechamiento de la situación de convivencia preexistente”.
A partir de lo investigado quedó probado que entre el 31 de diciembre de 2014 y noviembre de 2016, en dos domicilios de la ciudad de Punta Alta, el imputado le exhibió material pornográfico y la sometió a manoseos y otras prácticas sexuales.
También se determinó que amenazaba a la niña con matar a su madre si contaba algo.
Revelación y denuncia
La madre de la menor denunció lo sucedido y brindó un detalle de la forma en que halló el diario escrito por su hija y como recién un tiempo después le reconoció lo que ella suponía que estaba sucediendo.
Mencionó que echó al imputado de la vivienda y que durante un tiempo sufrió amenazas por parte del hombre.
Refirió que la niña siguió concurriendo a terapia y que recién en 2019, luego de contarle lo ocurrido a una compañera del colegio, le dijo que estaba en condiciones de denunciar lo que había sufrido.
Amenazas y temor
La víctima declaró mediante el sistema de cámara Gesell y mencionó que los abusos comenzaron un tiempo después de que el sujeto iniciara una relación con su madre y se mudara a la casa que compartían.
Los ultrajes -según manifestó- se producían cuando su madre estaba trabajando e incluso sus hermanos estaban en la casa cuando la atacaba.
Confesó que al tomar conocimiento su madre de la situación, el sujeto le refirió que por su culpa su hermano más chico se quedaría sin padre y que si hablaba “le podía pasar algo malo a su mamá”.
Fuente: La Nueva